Identidad Bahá'í

Lo que sigue, es un intento de acercar al lector a la comprensión de una identidad Bahá'í sólida y verdadera.

Hablar de Identidad Bahá’í nos refiere inmediatamente a conocer la verdadera esencia de nuestra Fe. Adentrarnos en las profundidades del océano de la Revelación Bahá’í, es simplemente el intento de comprender las realidades que como seres humanos intentamos descifrar para poder comprender nuestra misión y por ende nuestra visión del mundo que queremos construir.
Para hacer un ligero recuento, podemos decir que la Verdadera Identidad Bahá’í fue forjada por un Joven, quien a mediados del siglo XIX logró comprender su misión, y con entera devoción se abalanzó a generar cambios radicales en una sociedad llena de prejuicios, fanatismo y una visión cerrada del desarrollo y el progreso; aún así, éste Joven mercader de Shiráz, se convirtió en el Heraldo del Nuevo Ciclo universal, preparando el camino para otro joven, quien reconoció la estación de Su Señor, y logró descifrar el mensaje oculto en sus escrituras. Éste joven de rostro brillante y corazón santificado, se convirtió luego en ‘Aquel a Quien Dios hará manifiesto’, el Bienamado de todas las naciones y razas de la tierra, la Bendita Belleza, la Gloria de Dios.
Gracias a la dedicada educación recibida, encontramos a otro joven, quien por su pureza de corazón, su nobleza, su encanto, su personalidad envolvente, logró cautivar el corazón de la humanidad, sirviéndola y amándola, incluso más que a sí mismo. Éste joven asumió grandes responsabilidades a edades muy tempranas, y tiempo después tuvo que soportar grandes calamidades en el sendero del servicio y adoración a Dios. Finalmente éste destacado joven ocupó el lugar del Centro del Convenio de Dios, y el Ejemplo Perfecto de las Enseñanzas de una Religión Universal.
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Pero, pensemos, ¿para qué nos servirá la identidad bahá’í?
Algunos podrían pensar que para nuestro propio desarrollo, para nuestra protección, para nuestro progreso espiritual, o inclusive para nuestro lapso de vida sobre la faz de la tierra. Pero el llamado es de mayos magnitud. El llamado es a gran escala. El llamado es para la construcción de un Nuevo Orden Mundial. Es decir, el desarrollo de todas las potencialidades de la raza humana, a partir de la completa consciencia individual y colectiva de la necesidad urgente del involucramiento y la realización de actos de servicio con miras en el mejoramiento de las condiciones actualmente reinantes.
Pero “El Movimiento necesita gente joven”, dice Shoghi Effendi, y aclara, “que haya sido despertada espiritualmente, para levantarse y hacer frente a la marea de civilización material que ha conducido a la humanidad al borde de la ruina. Si las fuerzas que ahora están haciendo estragos en la sociedad se liberaran, y si faltáramos a nuestro deber de frenarlas y ponerlas bajo nuestro control, nadie puede llegar a imaginarse lo que nos depararía el futuro. El mayor sufrimiento caería sobre la gente joven. Por tanto, ellos deberían movilizar sus filas y, de común acuerdo, levantarse y consumar su tarea y establecer el Reino de Dios sobre la tierra.”
Finalmente, la labor de la construcción de la nueva sociedad, es a partir del Común Acuerdo al que las conciencias individuales logren en el colectivo, y es a partir de la completa adopción de una verdadera y sólida identidad Bahá’í que éste gran reto se puede lograr.
Y luego resuenan estas palabras en nuestras conciencias:
“Incumbe a los jóvenes caminar tras los pasos de Hakim# y cultivar su manera de ser, pues almas tan importantes como él y sus semejantes ya han ascendido al Reino de Abhá. La juventud debe crecer y desarrollarse y ocupar el lugar de sus padres, para que esta abundante gracia pueda incrementarse cada día, en los descendientes de cada uno de los amados de Dios que soportaron grandes agonías, hasta que al final produzca su fruto en la tierra y en el cielo.” - ‘Abdu’l-Bahá
Y regresamos al inicio de éste ensayo, ya que verdaderamente no podemos apartarnos de aquellas Almas Santas y Benditas, que, encontrando su verdadera identidad, lograron desprenderse de este mundo y elevarse a la Sagrada Corte. El llamado está hecho, pues dentro de nuestras generaciones, y las siguientes, deben encontrarse Almas Santas y Purificadas, que tomen el rol activo de Aquellos quienes ofrecieron Su sangre para regar el Divino Árbol de Loto#.
“Nadie si no el propio individuo”, indica Shoghi Effendi, “puede valorar su carácter, consultar su propia conciencia y, en actitud de oración, considerar todos sus aspectos (y) luchar con valentía contra la normal inercia que le pesa al tratar de levantarse.”
Sin duda alguna, aunque la verdadera identidad Bahá’í se encuentre contenida en los Escritos Sagrados de las Figuras Centrales de nuestra Fe, está en el poder de cada individuo considerar sus propias capacidades y adoptar los rasgos distintivos de los creyentes, y especialmente los más jóvenes de entre ellos.
“Cada persona debe asimismo tomar una decisión consciente sobre qué es lo que va a hacer para servir al Plan, y sobre el cómo, dónde y cuándo. Esta decisión capacita a la persona para comprobar el progreso de sus actos y, caso de ser necesario, modificar los pasos que viene dando. Acostumbrarse a este procedimiento de esfuerzos sistemáticos realiza y llena de sentido la vida de todo Bahá’í.”#
De nuevo, es el propio individuo quien toma la decisión de adquirir o no una firme e inamovible identidad Bahá’í.
“¡Cuán excelente, cuán honorable sería el hombre si se levantara a cumplir con sus responsabilidades”, dice ‘Abdu’l-Bahá y continúa, “cuán desdichado y despreciable, si cierra sus ojos al bienestar de la sociedad y malgasta su preciosa vida persiguiendo sus propios intereses y conveniencias personales! La suprema felicidad es del hombre, y él contemplará los signos de Dios en el mundo y en el alma humana, si se impulsa en el corcel del esfuerzo supremo en la arena de la civilización y la justicia.”#
En conclusión, si el mundo nos llama a mantener una ‘Cualidad de idéntico’ en una situación materialista, pero dentro de los Escritos Sagrados encontramos una serie de consejos que componen un ‘Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás’, no queda sino en nuestra ‘Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás’, y de ‘Hecho ser alguien que se supone o se busca’ para trabajar en el Establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra..
Considerando esta aclaración, no podemos sino argumentar que ‘La verdadera identidad Bahá’í es la distinción de cualquier individuo entre cualquier persona y sus semejantes’ debido a su completa sumisión a la Voluntad de Dios y la firmeza y confianza depositada en su Sagrado Convenio, y que ‘cuando hablamos de identidad, hablamos de identificación, de sentirse parte de algo’ que no es más que una Fuente Divinamente revelada. Por lo tanto debemos considerar que ‘la identidad Bahá’í como una cualidad personal, involucra el entorno o sociedad en la que nos desenvolvemos, la historia de otros que ya se han levantado a realizar un aporte significativo y la voluntad del mismo individuo para someterse a la Voluntad de Dios’, ya que ser Bahá’í ‘no es una característica dada sino que debemos desarrollarla y que sea parte de la historia de nuestra existencia’, de forma tal que sea capaz de aportar valor a nuestras vidas durante nuestra estancia en la tierra, y de ayudarnos a continuar en los Mundos Espirituales, a fin de exaltar nuestras almas, y llegar a la Presencia de Aquel Quien es el Deseo de nuestros corazones.

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