Carta de la BIC al Ayatola Najafabadi

4 de marzo de 2009

Ayatollah Qorban-Ali Dorri-Najafabadi
Fiscal General
República Islámica de Irán

Su Señoría:

Su reciente anuncio acerca de los asuntos administrativos de los bahá’ís de Irán ha llevado al foro del debate público temas que no sólo afectan la seguridad y los medios de vida de los miembros de esa comunidad, sino que tienen también profundas repercusiones en el futuro de todos los ciudadanos de esa estimada nación. Con toda seguridad le han sido comunicados los pasos que se han dado para formular la respuesta de la Comunidad Bahá’í de Irán. Los Yaran y los Khademin, los pequeños grupos que han estado atendiendo a las necesidades espirituales y sociales de los varios cientos de miles de bahá’ís de Irán, aquellos a nivel nacional y estos a nivel local, han expresado su disposición de dar término a su funcionamiento colectivo. Se ha tomado esta decisión por la única razón de demostrar una vez más la buena voluntad que los bahá’ís consecuentemente han mostrado al gobierno de la República Islámica de Irán durante los últimos treinta años.

La Casa Universal de Justicia nos ha asegurado que la interrupción del funcionamiento de estos grupos no debe verse necesariamente como causa de preocupación. No cabe duda en la mente de los millones de bahá’ís residentes en prácticamente todos los países del mundo –ni en la mente de muchas otras personas que observan estos acontecimientos con imparcialidad y conocen el desarrollo histórico de la Fe– de que los bahá’ís de Irán hallarán maneras de administrar la vida espiritual de su comunidad, como lo han hecho durante generaciones durante los pasados ciento sesenta y cinco años de persecución. No obstante, dada la gravedad de las acusaciones dirigidas contra los Yaran y los Khademin, nos sentimos obligados, como representantes ante las Naciones Unidas de ciento setenta y nueve Asambleas Espirituales Nacionales que se extienden alrededor del globo, a informarle de ciertos aspectos fundamentales en una carta abierta, y le pedimos que los examine con el sentido de justicia que se merecen.

Con respecto al Artículo 20 de la Constitución de la República Islámica de Irán, que se refiere a los derechos de sus ciudadanos, al igual que el Artículo 23, referente a la libertad de credo, Ud. ha declarado: “La adhesión a un principio o credo es libre [para cualquiera], pero expresarlo abiertamente y proclamarlo a fin de causar desviación en los pensamientos de otros, manipular, fingir, diseminar [ideas] e intentar por lo demás engañar y confundir a la gente no es permisible”. Tal declaración pone a prueba la credulidad en sumo grado. Es reconocido en todas partes que declaraciones similares han sido usadas por regímenes represivos a lo largo de los siglos para justificar la supresión arbitraria de la conciencia y el credo. La proposición de que es posible separar las convicciones personales de su expresión en palabras da pie a una falsa línea de razonamiento. Para ver lo absurdo que es basta sólo preguntarse qué significa tener fe si no se manifiesta conscientemente en las relaciones de uno con los demás. El poner condiciones al argumento, dando a entender que sólo son inadmisibles aquellas expresiones de creencia que causen desviación en los pensamientos de los demás puede parecer razonable a primera vista. En realidad es, claramente, un medio de conceder licencia a los que ejercen la autoridad para suprimir a quienquiera que deseen, ya que les da la posibilidad de calificar cualquier acción o comentario que no sea de su gusto como causa de desviación para los pensamientos de otros. En todo caso, el historial de los bahá’ís de Irán es claro a este respecto. Nunca han tratado de causar semejante desviación, ni han intentado jamás engañar ni confundir a la gente. Puesto que usted ha sacado a colación el tema de la libertad de credo en el contexto de los artículos que tienen relación con los derechos de los ciudadanos iraníes, en pleno conocimiento del historial bahá’í, no podemos más que suponer que Ud. ha hecho de la restricción del funcionamiento de los Yaran y los Khademin una condición para otorgar a los bahá’ís al menos algunos de los derechos que les han sido denegados durante casi treinta años.

Los hechos en este caso, por supuesto, le son muy conocidos:

• A continuación de la Revolución islámica de 1979, los bahá’ís de Irán, que por mucho tiempo habían sido víctimas de estallidos de violencia, cuya última serie había sido instigada por la tristemente célebre SAVAK, fueron sometidos a una nueva ola de persecuciones.

• En agosto de 1980 todos los nueve miembros de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Irán –consejo nacional cuya elección y funcionamiento están prescritos en las Enseñanzas bahá’ís y que forma parte de la estructura administrativa bahá’í en todos los países– fueron secuestrados y desaparecieron sin dejar rastro. Sin duda, fueron ejecutados.

• Los miembros que fueron más tarde elegidos para este consejo, al igual que veintenas de personas influyentes en la Comunidad bahá’í, incluso varios miembros de Asambleas Espirituales Locales –consejos que funcionan en el ámbito local– fueron ejecutados por el gobierno en los años inmediatamente siguientes.

• En respuesta al anuncio hecho por el Fiscal General en 1983 que exigía el desmantelamiento de la Estructura administrativa bahá’í, la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Irán se disolvió a sí misma y al resto de la estructura administrativa en el país como muestra de buena voluntad hacia el gobierno.

• Con posterioridad, se dispuso lo necesario para cubrir las necesidades espirituales y sociales de los 300.000 bahá’ís de Irán mediante la formación de los Yaran a escala nacional y los Khademin a escala local.

• A lo largo de cerca de veinte años, los organismos de gobiern tuvieron contactos habituales con los Yaran y los Khademin –a veces amistosos y otras veces en forma de interrogatorios exageradamente largos y agresivos– y consultaron con sus miembros, estando totalmente informados de sus actividades. Parecía surgir la posibilidad de cierto grado de diálogo entre los bahá’ís y los organismos gubernamentales.

• Sin embargo, durante ese mismo periodo salió a luz un memorándum de 1991, firmado por Hujjatu’l-Islam Seyyed Mohammad Golpaygani, a la sazón Secretario del Supremo Consejo Revolucionario Cultural de Irán. Llamaba a “bloquear” el “progreso y desarrollo “ de los bahá’ís de Irán mediante diversas medidas concretas que recomendaba y pedía un plan para “confrontar y destruir sus raíces culturales fuera del país”.

• Mientras continuaban en forma ininterrumpida el hostigamiento y maltrato de bahá’ís durante ese periodo, su grado de intensidad ha aumentado notablemente en los años recientes, dado que han asumido creciente influencia en los asuntos del país ciertos elementos históricamente empeñados en la destrucción de la Comunidad bahá’í.

• La campaña oficial para difamar el nombre de la Fe en los medios de difusión – mediante artículos de prensa y sitios web, mediante programas de radio y televisión y filmes – se intensificó alrededor del 2005; ha continuado con toda su fuerza hasta hoy. No cabe la menor duda de que se toman medidas sistemáticas para hacer efectivas las disposiciones expuestas en el memorándum de 1991.

• En marzo del 2006 una carta confidencial procedente del cuartel general militar de Irán, fechada el 29 de octubre de 2005, y que pedía a varios organismos de servicios secretos y reparticiones policiales y también a la Guardia Revolucionaria, identificar y controlar a los bahá’ís en todo el país, llegó al conocimiento del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre derecho de religión o creencia, generando gran preocupación en todo el mundo por la seguridad de los bahá’ís.

• Durante dos décadas se les ha impedido a los jóvenes bahá’ís el ingreso en las universidades mediante un proceso de matriculación que les exige negar su religión. Si bien una modificación del proceso, lograda por la presión pública mundial, permitió a algunos centenares matricularse al comienzo del año académico 2006–2007, pronto se defraudaron sus esperanzas de seguir la educación superior. Ese mismo año el Ministerio de Ciencia, Investigación y Tecnología emitió una carta dirigida a ochenta y una universidades ordenándoles expulsar a todo estudiante conocido como bahá’í.

• A la mencionada carta siguió otra, en abril de 2007, emitida por la Fuerza Pública de Informaciones y Seguridad, que restringía la participación de bahá’ís, ya impedidos de trabajar en el sector público, en unos veinte tipos de negocios. El documento reforzaba los empeños en marcha encaminados a estrangular la vida económica de la Comunidad bahá’í.

• En estos últimos años ha aumentado la cantidad de bahá’ís arrestados sin causa; se han acrecentado las confiscaciones de bienes personales bahá’ís; se han intensificado los ataques a hogares bahá’ís; han proliferado los incendios intencionales contra propiedades bahá’ís; se ha extendido la profanación y destrucción de cementerios bahá’ís; se ha incrementado el cerramiento de negocios pertenecientes a bahá’ís; se ha multiplicado la denegación de préstamos bancarios y licencias comerciales a los bahá’ís; se ha intensificado el hostigamiento de los inquilinos bahá’ís por parte de los propietarios; han crecido las amenazas a conciudadanos que se relacionan con bahá’ís, y se ha elevado el vilipendio de los niños en las aulas por parte de sus profesores. Es indiscutible que tales actos se están llevando a cabo de manera sistemática en una ciudad tras otra.

• Luego, el año pasado fueron encarcelados los siete miembros de los Yaran, una de ellos en marzo y los restantes en mayo. Por un tiempo los mantuvieron incomunicados, negándoles el acceso a sus familias. Si bien finalmente permitieron que miembros de sus familias les hicieran visitas cortas bajo viilancia estricta, los prisioneros aún no han tenido acceso a asesoría legal. Las condiciones de encarcelamiento han sido de diferentes grados de severidad en el curso de los varios meses transcurridos, y en una época se mantuvo a los cinco miembros varones encerrados juntos en una celda de no más de diez metros cuadrados de superficie, sin cama alguna.

• Finalmente, tras unos nueve meses de cárcel, durante los cuales no se halló ni una sola prueba que vinculara a los miembros de los Yaran a fechoría alguna, los acusaron de “espionaje a favor de Israel, insultar santidades religiosas y propaganda contra la República Islámica,” y se ha anunciado que su caso pronto será sometido al tribunal con petición de condena.

• Dicho anuncio fue seguido casi inmediatamente por informes de prensa que indicaban que Ud. había escrito al Ministerio de Información afirmando que la existencia de los Yaran y los Khademin en Irán era ilegal, al tiempo que planteaba la cuestión del derecho constitucional de los ciudadanos iraníes a la libertad de credo. Ud. hizo luego un anuncio oficial en este sentido.

*

Su Señoría, los acontecimientos de los años recientes y la naturaleza de las acusaciones presentadas han suscitado preguntas en la mente de todo observador imparcial acerca de la intención que hay detrás de la sistemática perpetración de injusticia contra los bahá’ís de Irán. Incluso de haber existido malentendidos sobre los las intenciones de la Comunidad bahá’í durante los turbulentos primeros días de la revolución, ¿cómo pueden persistir todavía tales sospechas? ¿Acaso algún miembro del estimado Gobierno de Irán cree realmente las falsas acusaciones que se han perpetuado en ese país acerca de los bahá’ís? ¿Acaso los siguientes hechos no son bien conocidos a las autoridades de los diversos estamentos del Gobierno?

• En todo país en que residan, los bahá’ís se esfuerzan por promover el bienestar de la sociedad. Se les manda trabajar en conjunto con sus compatriotas en el fomento de la camaradería y la unidad y en el establecimiento de la paz y la justicia. Tratan de defender sus propios derechos, así como los derechos de los demás, por los medios legales que están a su disposición, comportándose siempre con honradez e integridad. Eluden los conflictos y la disensión. Evitan la lucha por el poder terrenal.
• Es un principio fundamental de la Fe bahá’í que sus seguidores se abstienen estrictamente de toda participación en política partidista, ya sea local, nacional o internacional. Los bahá’ís ven al gobierno como un sistema destinado a mantener el bienestar y progreso ordenado de la sociedad humana, siendo la obediencia a las leyes un rasgo distintivo de sus creencias.

• Cometer acciones que violen deliberadamente la lealtad al propio país está explícitamente proscrito en las Escrituras de la Fe bahá’í. La observancia de este principio ha sido ampliamente demostrada por los bahá’ís en todas partes.

• La estructura administrativa bahá’í, que se halla establecida en más de ciento ochenta países de todo el mundo, es un medio de canalizar las energías de bahá’ís que sirven al bien común y de organizar los asuntos religiosos y sociales de la propia comunidad bahá’í. Para los bahá’ís, este concepto no implica de modo alguno la existencia de una agenda política ni de ningún tipo de interferencia en los asuntos del gobierno.

• La sede principal internacional de la Fe bahá’í está situada dentro de los límites del Israel actual a consecuencia de los sucesivos destierros impuestos a Bahá’u’lláh a mediados del siglo XIX por los gobiernos persa y otomano. Exiliado de Su tierra natal, Persia, Bahá’u’lláh fue enviado a Bagdad, Constantinopla y Adrianópolis y finalmente a la ciudad-fortaleza de Acre en 1868, ochenta años antes del establecimiento del Estado de Israel, donde Él finalmente falleció en 1892. El que hoy en día los bahá’ís de todos los lugares del mundo estén en contacto con la sede principal internacional de su Fe por lo que se refiere a sus asuntos personales y colectivos es absolutamente natural y constituye un hecho ampliamente conocido.

• Los bahá’ís sienten el máximo respeto por todas las religiones. Nuestras Escrituras se refieren al islam como “la bendita y luminosa religión de Dios” y al Profeta Muhammad como “la refulgente lámpara de supremo Profeta”, “el Señor de la creación” y “el Sol del mundo”, Quien, “por la voluntad de Dios, resplandeció desde el horizonte de Hijaz”. La posición del Imán Alí se describe en términos de “la luna y el sol del conocimiento y comprensión” y “el soberano de la corte del conocimiento y la sabiduría”. En la Tabla de la Visitación revelada por Bahá’u’lláh mismo para el Imán Husayn, Se refiere a él como “el orgullo de los mártires” y “el sol de la renunciación que brilla en el horizonte de la creación”.

• A los bahá’ís se les exhorta a mostrar un elevado sentido de rectitud moral en sus actividades, castidad en su vida personal y actuación sin prejuicios en su trato con personas de todas las razas, clases y credos.

*

Su Señoría, a la luz de estos hechos sólidamente establecidos, es difícil entender cómo se puede aplicar a las actividades bahá’ís en Irán términos tales como “manipuladoras”, “engañosas”, “peligrosas” y “amenazadoras”. ¿Considera Ud. peligrosos los esfuerzos de un grupo de jóvenes que, por un sentido de obligación para con sus conciudadanos, trabajan con niños de familias de escasos recursos para mejorar sus destrezas matemáticas y de lenguaje y desarrollar sus capacidades para desempeñar un papel constructivo en el progreso de su nación? ¿Es una amenaza para la sociedad que los bahá’ís hablen con sus vecinos de ideales nobles y altruistas, reforzando la convicción de que el mejoramiento del mundo ha de lograrse mediante acciones puras y buenas y mediante una conducta loable y correcta? ¿Qué manipulación puede haber en que un matrimonio converse en la intimidad de su casa con algunos amigos confundidos por la representación que de los bahá’ís hacen los medios informativos y les dé a conocer la verdadera naturaleza de sus creencias, las cuales giran en torno a verdades fundamentales como la unicidad de Dios y la unicidad de la humanidad? ¿Qué hipocresía hay en que una niña en la escuela, después de oír lenguaje ofensivo sobre el Fundador de su Fe a Quien tanto ama, cortésmente levante la mano y pida permiso para explicarles a sus compañeros algunas de las enseñanzas que ella sigue? ¿Qué engaño hay en que un joven comprometido con la obtención del conocimiento y del saber solicite a las autoridades el derecho de ingresar a la universidad sin tener que mentir respecto de su religión? ¿Qué daño hace que varias familias se reúnan periódicamente para el culto comunitario y el debate de temas que les preocupan a todos? Dado que el alma humana carece de sexo, ¿es tan alarmante que alguien exprese el punto de vista de que los hombres y las mujeres son iguales a la vista de Dios y debieran poder trabajar codo a codo en todos los ámbitos de la actividad humana? ¿Y es poco razonable que un pequeño grupo de personas, en ausencia de las estructuras administrativas prescritas en sus enseñanzas, faciliten el matrimonio de parejas jóvenes, la educación de los niños y el entierro de los difuntos conforme a los postulados de su Fe?

Éstos son sólo algunos ejemplos de los diversos actividades por las que son tan atrozmente perseguidos los bahá’ís de Irán. El derecho de participar en este tipo de actividad es lo que se les ha negado desde hace treinta años.

Su Señoría, muchas veces en estos veinte años los funcionarios de gobierno han dicho a los Yaran y los Khademin que dichos funcionarios de hecho están protegiendo a la Comunidad bahá’í de quienes consideran que sus miembros son elementos negativos de la sociedad. Es cierto que puede haber entre las masas una pequeña fracción que, sucumbiendo a las fuerzas del odio y la enemistad, se deje incitar a cometer actos de crueldad y opresión. Pero en general, nuestra imagen del pueblo iraní no se corresponde con la que proyectan esos funcionarios. La estrechez de miras y la mezquindad no son las cualidades que le atribuimos al pueblo iraní. Más bien vemos el firme compromiso con la justicia demostrado por los ciudadanos de un pueblo que presentaron una petición al gobierno cuando fueron cerraron sin justificación diversos negocios de propiedad de bahá’ís. Vemos la fidelidad que mostraron los jóvenes músicos que se negaron a tocar cuando se prohibió a sus colegas bahá’ís actuar en un recital. Vemos el valor y tenacidad de estudiantes universitarios que estaban dispuestos a preparar una petición y abstenerse de participar en los exámenes en los que se prohibía que participaran sus compañeros bahá’ís. Vemos la compasión y generosidad evidenciada por los vecinos de una familia cuyo hogar fue atacado con una máquina topadora, en sus expresiones de condolencia y apoyo, a lo largo de toda la noche, y sus apelaciones por justicia y compensación. Y oímos en las voces que alzan tantos iraníes en defensa de sus compatriotas bahá’ís ecos del glorioso pasado de su país. Lo que no podemos dejar de notar, con mucha gratitud hacia ellos en nuestro corazón, es que la mayoría de quienes salen en apoyo de la atribulada Comunidad bahá’í sufren, ellos mismos, similar opresión como estudiantes y académicos, como periodistas y activistas sociales, como pensadores progresistas y defensores de los derechos de la mujer, e incluso como ciudadanos comunes.

Su Señoría, las decisiones que ha de tomar el poder judicial en los próximos días tendrán repercusiones que se extienden mucho más allá de la Comunidad bahá’í de ese país: lo que está en juego es la causa misma de la libertad de consciencia para todos los ciudadanos de su nación. Deseamos que, por la santidad del Islam y el honor de Irán, el poder judicial sea justo en su juicio.

Respetuosamente,
Comunidad Internacional Bahá’í

cc: Misión Permanente de la República Islámica de Irán ante las Naciones Unidas


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